Desde hace mas de 3 años, siempre que salgo que trabajar,
sea la hora que sea, tengo la misma sensación de tranquilidad y descanso después de un largo y duro día de
trabajo.
Después de recorrer los pocos metros que me separan de mi vehículo,
salgo a la carretera y me dirijo a casa,
como la mayoría de las veces, algo muy rutinario pero hace cosa de un mes, me ocurrió
algo que no esperaba ver en mi vida.
Cuando me dirigía a Valdepeñas con mi vehículo, me empecé a
fumar un cigarro mientras en la radio sonaba una canción del último de la fila,
“No me acostumbro” así se llamaba y por
las obras que están llevando a cabo en la autovía pues decidí salirme en la última
salida y cuando llegaba a la rotonda vi un coche parado al otro lado de la
rotonda, con las luces de emergencia y su triangulo, la primera impresión que
me dio aquel Opel corsa de últimos de
los 90 algo magullado es que había tenido una avería o algo por el estilo, pero
me extraño una cosa.
El conductor del Opel
estaba fuera hablando con otro conductor de otro coche que se había parado al lado suyo y a los
pocos segundos el conductor que estaba hablando con el del Opel se marcho y al irme a la salida que me tenía que coger
el conductor del Opel me pidió que
parara con la mano derecha y yo me pare para poder ayudar en lo que pudiera ayudar.
Pare al lado de aquel hombre de estatura de 1,70m con piel
morena y de una edad entre los 35 y 40 años, después de bajar los seguros automáticos
de mi vehículo, baje la ventanilla del copiloto y le pregunte: “Buenas caballero,
¿Puedo ayudarle en algo?”, acto seguido me empezó a hablar de una forma muy
acelerada y con un acento andaluz bastante cerrado para mi gusto y me costaba entenderle.
Como no lo entendía, mire por los espejos por si había alguien
más a mi alrededor y me cambie la navaja de bolsillo para tenerla más a mano,
por si acaso, y me baje de mi vehículo para hablar cara a cara con este hombre,
cuando me baje nos presentamos, el se llama José y me estuvo contando que era
un trabajador de una pequeña empresa de construcción que se dedicaba a coger
pequeños contratos para arreglos de caminos y carreteras, me dijo que estaba
llevando una mala racha por que llevaba tiempo sin cobrar su nomina y para
colmo, en una obra que estaba trabajando con su jefe en el norte de Madrid, su
jefe le dejo tirado y le dejo sin
dinero.
Cuando hoy esto le pregunte: ¿Qué es lo que quiere?, ¿En qué
le puedo ayudar?, al momento me dijo la razón por la que me paro en la rotonda.
Me dijo que él es de Huelva y la gasolina de su vehículo le había
durado hasta aquí exactamente y me dijo que llevaba más de una hora parando
coches para pedir dinero o gasolina para poder ir a su casa.
Os lo podéis creer o no, pero acto seguido después me dirigí
a el asiento del copiloto de mi coche y abrí
la guantera donde tengo la cartera y le di todo lo que llevaba, solo tenía
15 euros, y un poco de calderilla que no llegaba a un euro y le dije: Es todo
lo que tengo encima, se que con esto no se llega a Huelva pero espero que tenga
usted más suerte en la próxima parada.
El hombre me miro fijamente a los ojos, no creo que olvide
esa mirada en mucho tiempo, y pude apreciar que se le empezaron a ponerse los
ojos perlados y las manos temblaban más de lo que había apreciado cuando le vi
por primera vez, y de repente me empezó a repetir una y otra vez, Gracias,
gracias, gracias… y se me puso de rodillas, frente a mí y se inclino con la
cabeza al suelo y empezó a tocarme los
pies con sus manos , mientras seguía repitiendo Gracias Gracias y llorando de
forma continua.
A los pocos segundos de que este hombre se me derrumbara
enfrente mío, lo cogí de los hombros y lo levanto hasta mi altura y le dije que
no tenía que hacer esto, que todos nosotros estamos aquí para ayudarnos y me
dijo que yo era la primera persona en
mucho tiempo que hacia algo por él y que estaba harto de pasar por la vergüenza
que estaba pasando últimamente.
Me despedí de José porque era ya tarde y le desee suerte, el
se saco el DNI y me dijo que tomara sus datos para devolverme el dinero, yo le
dije que no, y me monte en mi vehículo y
me marche a casa.
Ya en casa, no tenía otra cosa en la cabeza y la imagen de
aquel hombre arrodillado frente a mí, por 15 euros que no lo iban a llevar a su
casa.
No he vuelto a saber nada de José, espero que llegara a casa
pronto y que le hayan ido mejor las cosas, y espero que los lectores de este
blog, nunca le niegen la ayuda a nadie porque nunca sabemos cómo podemos acabar,
porque la vida da muchas vueltas.
La mayoría de la gente que me conoce sabe cómo soy y saben
que siempre contaran con mi ayuda o
cualquier cosa que le pueda hacer.
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